Las niñas y niños en los valores inmobiliarios

niños

Sabemos que las infancias son fundamentales para nuestro desarrollo como sociedad, pero ¿Tienen alguna relación con los valores inmobiliarios?

Antes del siglo XIX no existían espacios destinados para las niñas y niños porque podían utilizar toda la calle para estar, jugar y explorar. Pero a partir del siglo XX surge la necesidad de organizar los espacios públicos y de cuidar a los más pequeños de los problemas urbanos. Cómo menciona Jane Jacobs [1], para los urbanistas de la época la solución más viable era “generar enclaves interiores” en el centro de las áreas habitacionales para que las niñas y niños pudieran llevar a cabo sus dinámicas de juego.

          Así que, con las teorías del Movimiento Moderno, las niñas y niños se replegaron a espacios confinados, pero aún públicos y el resultado fueron los espacios urbanos que les protejan de accidentes, del tránsito y de personas que les puedan ocasionar daño, como los parques urbanos.

        Y en este sentido específico, estos espacios de juego y esparcimiento pueden influenciar el mercado inmobiliario de vivienda, pues si hay un parque cerca es más probable que una familia quiera comprar en esa zona. Además, estos espacios reflejan la atención que pone la autoridad municipal en el espacio urbano general. Es decir, podemos saber cómo es una zona por su parque. Si el parque está bien cuidado, hay cámaras suficientes, los juegos son utilizables, está limpio y bien iluminado, es probable que el resto de la zona esté así, cuidada y con buen mantenimiento. Pero en caso contrario, si el parque está descuidado, sin vigilancia, sucio y obscuro, el área urbana que lo circunda también lo estará. Ahora, cabe recalcar que los espacios de uso público también reflejan la cultura de quien los habita.

     Ese cuidado que se da a la generación y el mantenimiento de los espacios públicos como parques y jardines aumenta el valor comercial de las zonas, algo de lo que se habla desde 1996 y se denominó cómo la “estetización del barrio” [2].  Aunado a esto, varios parques en nuestro país se colocan en espacios remanentes, como los bajo puentes o los camellones, y, en algunas afortunadas ocasiones, estos espacios se reapropian por la sociedad y generan entornos de comunidad y confianza. Así que la respuesta es sí, las infancias influyen en el diseño urbano de nuestras ciudades y eso impacta en los valores comerciales de los inmuebles de dichas zonas.

     Pero esto no sólo ocurre en lo público, sino que también interviene en lo privado. A la par del auge del diseño urbano del del siglo XX, los espacios domésticos modificaron su programa arquitectónico y dieron pie al surgimiento de un cuarto específico para las y los niños, dotándolos de un espacio propio para jugar (que antes no tenían en el espacio privado) adicional a sus espacios de dormir. Y aunque se asume que el espacio doméstico está hecho para convivir con niñas y niños, jamás nos preparamos para lo que sería convivir con toda la familia, y el trabajo, en el mismo espacio y al mismo tiempo.

     Evidentemente nos referimos a la contingencia sanitaria derivada del Covid19, que ya bien entrado el siglo XXI, nos demostró una nueva forma de convivencia al interior de los hogares, con dinámicas cada vez más comunes como la escuela en casa o el trabajo en casa. Y bueno, no es nuevo que el programa arquitectónico influya en la decisión de compra de una vivienda y por ende en el valor de la misma. Una casa que considera a las infancias tiende a tener un valor mayor.

        Pero este plusvalor no sólo se da en lo doméstico, también lo observamos en las formas de trabajar.  Si bien el trabajo remoto en sí impacta los valores de ciertas zonas de oficinas (que a su vez afecta los valores de las rentas de comercios y otra serie de fenómenos económicos), también se han generado espacios denominados “coworking familiares” y ofrecen un servicio mixto, hay áreas de trabajo para, generalmente, mamás y papás, áreas de esparcimiento para que las y los adultos jueguen con sus infantes, áreas de juego para las y los niños [3].

     Así que además de saber ahora que sí hay una relación entre los valores inmobiliarios y las infancias, también debemos tener los ojos abiertos a las dinámicas, siempre cambiantes, de cómo los actores sociales modifican los entornos urbanos, y por ende sus valores.

Referencias:

  • [1] Jacobs, J. (2013) [1961]. “Muerte y vida de las grandes ciudades”. Capitán Swing Libros.

  • [2] Maïa Gülgönen, T. (2024) Jugar en las ciudades: apuntes para pensar el habitar urbano de las infancias. En “Jugar y participar. El reto de la Ciudad de los Niños en México”. UNAM. FA

  • [3] Bergeaud, A. (2023) Working from home and corporate real estate https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0166046223000133

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